La línea de tren que une Moscú con Vladivostok.

Este proyecto impulsado por el zar Alejandro III, nació para dar una solución al aislamiento que sufría Siberia, comunicada con el resto del país únicamente por los ríos, que permanecían helados durante casi todo el año.

Su construcción duró 26 años, la primera locomotora del Transiberiano partió de Moscú un 21 de julio de 1904 y aún hoy es la más extensa del planeta.

Con más de 9.200 kilómetros de vía de tren que pasan por siete franjas horarias distintas, dos ramales: el Transmachuriano, que concluye en China, y el Transmongoliano con final en Pekín, pero pasando por Ulán Bator es el trayecto en tren más largo del mundo.

En su construcción, que costó 40 millones de euros de la época, trabajaron miles de obreros, la mayoría presos y soldados, muchos fallecieron por los ataques de tigres siberianos, los rigores del clima y de la zona y por las enfermedades de la época.

Este tren no solo fue el principal eje vertebrador económico de la Unión Soviética sino que sigue siendo una vía de comunicación importante entre los dos extremos del país. Fundamental para el 30% de las exportaciones rusas y el comercio con Europa y con China, es también un gran reclamo turístico.

Aunque el precio de un trayecto desde Moscú a Vladivostok va de los 150 a los 400 euros dependiendo si se viaja en segunda o tercera clase existen convoyes dedicados al turismo de lujo que programan viajes en este clásico tren con precios entre los 4.000 y los 15.000 euros.

El turista puede disfrutar, entre otros lujos, de comidas y cenas de gala con caviar y vodka, servicio médico a bordo, guías y servicio de alquiler de coches en las paradas e incluso un inolvidable picnic a orillas del lago Baikal.

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